En un mundo donde la tecnología avanza más rápido que nuestra capacidad de asimilar sus riesgos, los seguros tradicionales se quedan cortos. Mientras navegamos por aguas digitales cada vez más turbulentas, surge una pregunta incómoda: ¿estamos realmente protegidos frente a las nuevas amenazas del siglo XXI?
La revolución digital ha traído consigo riesgos que ni siquiera existían hace una década. El robo de identidad, el secuestro de datos, la suplantación digital o los ataques cibernéticos a dispositivos domésticos inteligentes son solo la punta del iceberg. Según datos del Instituto Nacional de Ciberseguridad, España registró más de 120.000 incidentes cibernéticos el año pasado, muchos de ellos afectando a particulares que creían estar a salvo detrás de sus firewalls domésticos.
Lo más preocupante es que muchos de estos riesgos no están cubiertos por las pólizas tradicionales. Tu seguro de hogar puede protegerte si te roban el ordenador, pero ¿qué pasa cuando un hacker accede a tu cámara web y graba tu vida privada? Tu seguro de responsabilidad civil cubre daños a terceros, pero ¿y si tu hijo adolescente, sin mala intención, comete un delito informático desde tu conexión doméstica?
Las aseguradoras más visionarias ya han detectado este vacío de protección. Compañías como Mapfre, Allianz y AXA están desarrollando productos específicos para lo que llaman 'riesgos emergentes'. Hablamos de seguros que cubren desde la extorsión digital hasta la pérdida de ingresos por ataques de ransomware, pasando por la protección legal en casos de suplantación de identidad en redes sociales.
Pero el verdadero desafío no está en la oferta, sino en la concienciación. La mayoría de los españoles sigue pensando que estos riesgos son cosa de grandes empresas o personajes públicos. Nada más lejos de la realidad. Cualquier persona con una presencia digital activa -y hoy eso significa prácticamente todos nosotros- es vulnerable. Tu perfil de Instagram, tu cuenta de correo electrónico, incluso tu historial de compras online son potenciales objetivos.
La economía colaborativa ha añadido otra capa de complejidad. ¿Sabías que si alquilas tu casa por Airbnb y un huésped sufre un ciberataque usando tu wifi, podrías ser responsable? ¿O que si prestas tu coche a través de una plataforma de sharing y el siguiente usuario instala malware en el sistema de infoentretenimiento, la responsabilidad podría recaer sobre ti?
Los expertos en seguros llevan años advirtiendo sobre esta brecha de protección. José Manuel González, director de innovación de una de las principales corredurías españolas, lo explica con una metáfora contundente: 'Es como si viviéramos en una casa con las ventanas abiertas de par en par mientras nos preocupamos por reforzar la cerradura de la puerta principal. Los delincuentes ya no entran por donde siempre'.
La solución no pasa necesariamente por contratar más seguros, sino por seguros más inteligentes. Algunas aseguradoras están experimentando con modelos de suscripción dinámica que se adaptan a nuestro comportamiento digital. Otras ofrecen servicios de monitorización continua que alertan sobre posibles vulnerabilidades antes de que se conviertan en problemas.
Lo que está claro es que el concepto tradicional de 'seguro' necesita una actualización urgente. Ya no basta con proteger nuestros bienes físicos cuando gran parte de nuestro patrimonio -y nuestra identidad- vive en la nube. La pregunta ya no es si necesitamos seguros para riesgos digitales, sino cuánto tiempo podemos permitirnos el lujo de seguir sin ellos.
Mientras tanto, los consumidores podemos tomar medidas básicas de protección: usar contraseñas robustas, activar la verificación en dos pasos, ser cautelosos con la información que compartimos online y, sobre todo, preguntar a nuestro corredor de seguros qué coberturas tenemos realmente. Porque en el mundo digital, la ignorancia no es bliss: es un riesgo asegurable.
El seguro que no sabías que necesitas: cómo protegerte de los riesgos emergentes en la era digital