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El seguro de ciberseguridad: por qué tu póliza tradicional no te protege en internet

En un mundo donde el robo de identidad y los ataques ransomware se han convertido en el pan nuestro de cada día, muchas empresas y particulares descubren demasiado tarde que sus pólizas tradicionales tienen agujeros digitales del tamaño de un servidor. Las aseguradoras, que durante décadas han cubierto incendios, inundaciones y robos físicos, ahora se enfrentan a un enemigo invisible que no deja huellas dactilares sino direcciones IP.

Los datos son alarmantes: según los últimos informes del Instituto Nacional de Ciberseguridad, España sufrió más de 120.000 ciberataques el año pasado, con pérdidas que superaron los 1.000 millones de euros. Lo más preocupante es que el 70% de las pymes afectadas creían estar cubiertas por sus seguros multirriesgo, cuando en realidad solo el 15% de las pólizas incluyen cobertura cibernética específica.

La brecha entre la protección tradicional y los riesgos digitales se ha convertido en una auténtica pesadilla para los departamentos de compliance. Mientras las empresas instalan firewalls y protocolos de seguridad, muchas desconocen que un simple error humano -un correo phishing abierto por un empleado despistado- puede dejar al descubierto toda su infraestructura digital sin que el seguro responda.

Las aseguradoras han tardado en reaccionar, pero el mercado ya está respondiendo. Aparecen las primeras pólizas específicas de ciberseguridad que cubren desde la extorsión digital hasta la pérdida de ingresos por caídas de sistemas. Algunas incluso incluyen servicios de forense digital y equipos de crisis para gestionar el aftermatch de un ataque.

El problema de fondo es la velocidad del cambio tecnológico. Mientras las pólizas se redactan con cláusulas que tardan meses en aprobarse, los ciberdelincuentes desarrollan nuevas amenazas en cuestión de horas. Esta carrera entre la innovación criminal y la adaptación aseguradora está creando un terreno pantanoso donde muchos quedan atrapados.

Los expertos advierten: leer la letra pequeña ya no es suficiente. Ahora hay que entender de algoritmos, nubes híbridas y protocolos de encriptación. Las exclusiones por 'vulnerabilidades conocidas no parcheadas' o 'falta de medidas de seguridad básicas' se han convertido en la excusa perfecta para las negativas de cobertura.

El consumidor se encuentra en una encrucijada. Por un lado, la presión digital le obliga a operar online; por otro, el mercado asegurador le ofrece productos que no siempre entiende. La educación financiera digital se ha convertido en la mejor póliza preventiva, pero todavía escasea en los planes de formación empresarial.

Las regulatorias europeas, conscientes del problema, preparan directivas que obligarán a una mayor transparencia en las coberturas cibernéticas. Mientras tanto, la recomendación es clara: no asumas que estás cubierto, pregunta específicamente por riesgos digitales y, sobre todo, invierte en prevención. Porque en el mundo digital, el mejor seguro es el que nunca tienes que usar.

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